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Bodega Cuvelier Los Andes, Vistaflores, Valle de Uco, Argentina
La Historia ha sido testigo del lugar privilegiado que tiene Francia en el mundo del vino. Desde que los griegos cultivaron la vid en Massalia -la Marsella de hoy- en el Siglo VI antes de Cristo, hasta las evidencias de viñedos plantados en Burdeos en el Siglo II de nuestra era. Luego vino el auge del comercio en la Edad Media, con un profuso intercambio entre Francia e Inglaterra, después la Revolución Industrial que masificó el negocio y en la época de Napoleón III, la histórica clasificación de los vinos bordeleses, entre otros hitos. La familia Cuvelier lleva más de dos siglos -y al menos nueve generaciones- siendo parte de esa Historia.
Todo comenzó en tierras del norte francés, donde tienen sus raíces, con el proyecto visionario de Henri Cuvelier que en 1804 comenzó a elaborar, criar y vender vinos a la próspera burguesía francesa que cada vez exigía descorchar botellas de mejor calidad. Nacía ahí la primera empresa familiar, H. Cuvelier & Fils, cuyo éxito fue ascendente a lo largo del Siglo XIX y entusiasmó a las siguientes generaciones a dedicarse al negocio vitivinícola. Cuando se acercaba el cambio de siglo, los grandes terratenientes de Burdeos comenzaron a adquirir las mejores tierras para cultivar la vid y a procesar el vino en sus mismos predios.
Como el embotellado en su lugar de origen le otorgaba al vino un renovado valor, los hermanos Paul y Albert Cuvelier decidieron -a comienzos del Siglo XX- invertir en históricas propiedades de esa zona, cuyos viñedos estratégicamente emplazados se transformaron en un factor clave del negocio. La familia compró en 1903 el Château Le Crock, construido en 1750 y ubicado en un magnífico parque del Médoc, en Saint-Estèphe. Luego, en 1912, adquirieron el Château Camensac, en Saint-Laurent, que luego vendieron en los años 60; y más tarde el Château Moulin Riche, emplazado en una bella colina de Saint-Julien.
En esa misma región, compraron en 1920 el Château Léoville-Poyferré, una propiedad levantada en plena Revolución Francesa y que recibió el rango de «Second Grand Cru Classé» en la histórica clasificación de vinos de Burdeos de 1855 con 80 hectáreas de privilegiado suelo y favorable clima. «Había algo predestinado» en la llegada del negocio familiar a Sudamérica, reconoce hoy Baptiste Cuvelier, considerando que en 1914 ya viajaban a hacer negocios a Argentina, su antepasado Paul Cuvelier y dos de sus sobrinos. Recorrieron estancias durante cinco meses, descubrieron Mendoza y probaron sus vinos.
Dijeron que eran «agradables para beber», pero poco adaptados al gusto francés de la época. Esa vez no se quedaron, volvieron a Europa alertados por el inicio de guerra, pero les quedó la sensación de que la evolución de esos vinos mendocinos debía continuar.
Ya terminada la Segunda Guerra Mundial, uno de los nietos, Max Cuvelier, tomó la batuta del negocio del vino y se dio cuenta que para integrarse verdaderamente al mercado bordelés era crucial tener casa propia en el “Pavé des Chartrons”. La idea era estar estratégicamente cerca de los viñedos, por eso la familia decidió abrir, en 1947, una segunda casa comercial en Burdeos y con los años, la siguiente generación se hizo cargo: Didier Cuvelier, en la administración de los Châteaux y Olivier Cuvelier, en la dirección de la empresa H. Cuvelier & Fils.
A fines de los años 80, el prestigioso enólogo Michel Rolland -quien por varias décadas había asesorado a la familia Cuvelier en sus negocios de Burdeos- descubrió las bondades de Argentina, emblemática tierra del Malbec, y se convenció que el Valle de Uco, 100 kilómetros al sur de Mendoza, tenía todas las condiciones (1.100 metros de altura, buenos suelos y gran amplitud térmica) para elaborar vinos de primerísima calidad. Entonces tomó contacto con sus más prestigiosos amigos viticultores franceses, para crear en 1998 el gran proyecto “Clos de los Siete”, en un terreno de 850 hectáreas. La familia Cuvelier fue una de las invitadas para acompañar la aventura austral de Michel Rolland. Como el Valle de Uco es a Argentina lo que el Bordelés representa para Francia, los primos Bertrand y Jean-Guy Cuvelier terminaron convenciéndose y se sumaron al proyecto del enólogo, construyendo su primera bodega en Sudamérica y poniendo la tradición familiar al servicio de la fabricación de vinos en tierras nuevas.
Así nació Cuvelier de Los Andes S.A. con la ambición de producir un nuevo vino blend, implementando las técnicas y los procesos de un Château “Grand Cru Classé” bordelés, sumamente fiel a las características de concentración y de envejecimiento de los mejores vinos Mendocinos.
En 1999 comienzan a plantar la vid y desde la primera cosecha, 100% manual, las viñas andinas de la familia aportaron el 50% de su producción para elaborar el vino “Clos de los Siete”, al que contribuyen todas casas francesas del proyecto colectivo. La otra mitad -que va destinada a sus propios vinos- permitió a la empresa dar vida en 2003 a la primera edición del “Cuvelier Los Andes-Colección”, al año siguiente a la primera versión de “Cuvelier Los Andes-Grand Vin” el vino emblema de la bodega y su Primera Etiqueta y en 2005, al estreno de “Cuvelier Los Andes-Grand Malbec”.
Desde 2015 es Baptiste, hijo de Jean-Guy, quien está a la cabeza de la bodega Cuvelier Los Andes. Vive del otro lado de la cordillera, en Santiago de Chile, desde donde viaja seguido al Valle de Uco, para seguir de cerca un negocio que no sólo busca producir vinos de primer nivel, sino también posicionarlos en mercados competitivos del continente, como Argentina, Estados Unidos, Canadá y Brasil, entre otros países.
Hoy los viñedos de Cuvelier Los Andes, emplazados en el Terroir de Vistaflores, producen vinos de excelencia que salen al mundo desde Argentina de la mano del enólogo Adrián Manchón. Si bien la bodega todavía es joven, ya se transformó en un referente dentro de Mendoza por la calidad de sus vinos, como también dentro de toda Argentina y sus principales mercados en grandes ciudades como Buenos Aires, Nueva York, Miami, Sao Paulo, Londres e incluso París.