La Bahía de La Serena, fundamentos históricos para rescatar su

La Bahía de La Serena, fundamentos históricos para rescatar su identidad
Este informe es un adelanto del Libro de Historia del Vino, antes del Auge del Pisco, escrito por Patricio Orellana Varas, Profesor de Estado en Historia y Geografía de la Universidad de La Serena. Magister de Educación en Ciencias en el programa de la Universidad de Henares de España.
La dinámica toponímica de la denominación de la bahía que da forma al Gran La Serena (el vasto sector litoral compartido por las comunas de La Serena y Coquimbo), trasunta a una mera cuestión nominal o de disputa territorial, sino que abarca complejas transformaciones históricas, económicas y políticas.
La denominación de la bahía se enraíza en un ecosistema toponímico precolombino donde el nombre “Coquimbo” ya poseía un significado y una extensión territorial que antecedían a cualquier asentamiento colonial. Este topónimo es de origen indígena y se aplicaba a una zona mucho más extensa que la actual ciudad-puerto. Las principales teorías etimológicas se contraponen en su origen, pero coinciden en que el nombre se refería originalmente al valle y al río que lo surca, y no al puerto ni a la bahía en sí misma. Las voces quechua cullqui (“plata”) y tampu (“tambo o estación”) relacionan el avance de los incas en el territorio y su conocimiento de los minerales de plata (Arqueros) denominándolo “Tambo o Estación de Plata” sugiriendo una función económica y logística. Otras tales como “lugar de aguas tranquilas” y “trozo de agua” carecen de respaldo lingüístico.
Con la llegada de los españoles, la dinámica toponímica del litoral cambia drásticamente. Desde ese momento, con la fundación de La Serena ésta se establece como la segunda ciudad más antigua de Chile y el centro administrativo del “Corregimiento de Coquimbo” lo que la convirtió en el epicentro del poder en el Norte Chico y convirtiendo a la bahía como el puerto natural de la ciudad-capital.
Una prueba irrefutable de la coexistencia de ambos nombres desde el periodo colonial es el “Plano de la Badía de la Serena ó Quoquimbo, 1789”. Este documento cartográfico muestra la bahía con ambos topónimos unidos por la conjunción “o”, lo que sugiere que “La Serena” era el nombre principal o el de uso oficial, mientras que “Coquimbo” era una denominación alternativa o localmente reconocida. (Ver figura).
Esto demuestra que la dualidad no es un fenómeno moderno, sino que se remonta a la época colonial, cuando la bahía ya se había establecido como el punto de acceso para una ciudad, y no para la futura ciudad-puerto. La historia de esta denominación es un relato del poder: el nombre de la bahía reflejaba la primacía de La Serena como centro urbano, incluso cuando el nombre ancestral del valle se mantenía en la nomenclatura popular.
El Punto de Inflexión se da en el Siglo XIX, donde el Puerto Minero de Coquimbo Gana Autonomía. El motor de este cambio fue el explosivo auge de la minería del cobre y la plata, que reconfiguró la economía del Norte Chico. A pesar de que La Serena seguía siendo el centro político, la verdadera fuente de riqueza y el motor del progreso se trasladaron a su puerto. Tras el descubrimiento de la mina de cobre Tamaya en 1851, el puerto de Coquimbo se transformó en el principal punto de embarque para la exportación de estos minerales a los mercados mundiales ligado a la modernización tecnológica y de infraestructura. La instalación del ferrocarril en 1862, que conectaba los yacimientos del interior con el puerto, fue un factor determinante que cimentó la función de Coquimbo como el nodo logístico principal. Esta infraestructura, sumada a la implementación de técnicas avanzadas como el horno de reverbero de Carlos Lambert para el procesamiento del cobre, no solo impulsó el desarrollo local, sino que posicionó a Coquimbo como un actor clave en la minería nacional y mundial.
El ascenso económico del puerto inevitablemente se tradujo en una lucha por la autonomía política y administrativa. A mediados del siglo XIX, Coquimbo era un pequeño poblado de pescadores, pero su crecimiento acelerado, impulsado por la actividad minera, llevó a la aprobación de sus planos urbanos en 1850. La culminación de este proceso de emancipación se produjo en dos hitos clave: el 24 de septiembre de 1864, cuando el gobierno de José Joaquín Pérez promulgó la ley que estableció el Departamento de Coquimbo, marcando la primera separación administrativa del puerto respecto a La Serena, y el 4 de septiembre de 1879, cuando Coquimbo fue oficialmente elevada al rango de ciudad bajo la presidencia de Aníbal Pinto.
El proceso de consolidación del nombre “Bahía de Coquimbo” es un reflejo de esta transferencia de poder. Mientras La Serena continuaba siendo la capital administrativa y un centro de patrimonio colonial, Coquimbo se erigió como el epicentro de la nueva economía y el motor del desarrollo. La bahía, que antes era vista simplemente como el puerto de La Serena, se convirtió en una entidad en sí misma, intrínsecamente ligada al nombre de su propio centro urbano y económico.
La designación oficial de “Bahía de Coquimbo” se justifica por razones técnicas y geográficas. La bahía es un puerto naturalmente protegido de los vientos dominantes y con aguas tranquilas, lo que la convierte en un lugar ideal para la construcción y operación de un terminal portuario. En este sentido, el nombre se alinea con la función principal y el punto de referencia más relevante de la bahía en el Chile contemporáneo, que es el puerto de Coquimbo. La lógica que subyace a esta elección es que la utilidad y la importancia logística del espacio superan su herencia histórica. Por ello, en los documentos oficiales, la nomenclatura refleja la realidad burocrática y el pragmatismo que dominan la modernidad.
La recuperación de la nomenclatura toponímica ancestral se resuelve en gran medida por la percepción popular y el marketing territorial, transformando la dualidad en un rasgo distintivo. El sector turístico ha adoptado el concepto de la «Conurbación La Serena-Coquimbo» o el «Gran La Serena,» reconociendo que ambas ciudades son destinos complementarios que comparten un mismo espacio geográfico y una misma bahía. En lugar de un conflicto, la dualidad se ha convertido en una fuente de riqueza cultural, donde cada comuna capitaliza su propia narrativa histórica para atraer a los visitantes.
La existencia de las “playas de La Serena” y “las caletas” y el puerto de Coquimbo en el mismo espacio geográfico demuestra que, en el imaginario popular, la bahía es el elemento que une a las dos ciudades. Lejos de ser una contradicción, esta dualidad es un rasgo de la identidad local que enriquece la experiencia del territorio, demostrando que la tensión histórica ha evolucionado hacia una coexistencia pacífica y mutuamente beneficiosa.
Es en esta historia de tres actos es en que la controversia entre los nombres no se resolvió con la victoria total de uno sobre el otro, sino con una estratificación de su uso. “Bahía de Coquimbo” se ha institucionalizado como la designación oficial y técnica para fines logísticos y de navegación, mientras que la herencia de “La Serena” persiste en la narrativa histórica y cultural. La coexistencia pacífica de ambos nombres en la vida diaria es la evidencia más clara de que la bahía es, en efecto, un espacio de síntesis, donde la historia colonial, el pragmatismo moderno y las raíces ancestrales convergen para formar la identidad única de la Región de Coquimbo.
Escrito por Patricio Orellana Varas es Profesor de Estado en Historia y Geografía de la Universidad de La Serena. Magister de Educación en Ciencias en el programa de la Universidad de Henares de España.