
Europa Central y Oriental: variedades únicas que llaman la atención
En la mayoría de los países ubicados en las partes centro y oriental del viejo continente las primeras evidencias de la vitivinicultura se remontan a la época romana cuando el vino se convirtió en un elemento clave de la civilización y en tiempos posteriores nunca había perdido su valor especial en la producción agrícola y aún más en la dieta cotidiana.
En el correr de siglos casi todos ellos han venido cultivando una gran diversidad de variedades de uva, entre ellas muchas que hasta hoy en día dan a sus vinos diferenciación de la oferta en otros países del resto del mundo. Estas son tanto las autóctonas o tradicionales (en cuyo caso el fruto de la vid se mantiene con unas típicas características adaptadas por generaciones a terruños particulares) como las nuevas propias (que provienen de un cruce entre variedades de vitis vinífera a partir de resultados de experimentos científicos). Estas últimas vienen gozando de popularidad cada vez mayor o cobrando notoriedad por su originalidad entre los consumidores.
En Hungría el vino blanco que últimamente está teniendo una gran acogida entre los aficionados a los frescos y aromáticos es el Cserszegi Fuszeres que está conquistando el paladar curioso en el extranjero también. Se trata de un monovarietal ligero que se elabora a base de una uva creada hace medio siglo como un cruce entre las Irsai Olivér (Csabagyöngye x Pozsonyi Fehér) y Savagnin Rosé. (Fue aprobada oficialmente para la producción en 1982.)
Una de sus características básicas es la resistencia a las heladas invernales asi como a las primaverales que pueden causar daño en las yemas que brotan bastante temprano. El racimo es mediano y de forma cónica. Sus bayas son pequeñas y redondas cuyo color amarillo cambia al rojizo en los días próximos a la maduración.
En la actualidad, esta variedad ocupa una superficie de cultivo de unas 4,4 mil hectáreas, un 30% más que hace cinco años, que representa el 10% de la total plantada de viñedo de uva blanca en el país. Su vino presenta una paleta aromática extremadamente intensa de cítricos y flores blancas con toques de especias verdes.
Por lo general, es de cuerpo medio, con viva acidez duradera y final largo. Uno de aquellos que representa la tipicidad varietal y sus mejores cualidades es el Hajós-Bajai Cserszegi Fuszeres de la añada de 2016 de la bodega Koch (Borota) que seduce con su frescura y complejidad (alcohol: 12,5%, acidez: 6,5 g/l, azúcar: 1,1 g/l). Es un vino original en el cuál destaca la carga aromática y que puede deleitar en especial en días calurosos.
En la República Checa es la blanca Pálava que está ganando en popularidad y en importancia debido a su excelente adaptación a las características climáticas y de tipo de suelo de la mayoría de sus zonas productoras. Esta ha sido creada a mediados del siglo pasado a partir de las Muller Thurgau y Gewurtztraminer y se aprobó en 1977 como una nueva para cultivo y vinificación en el territorio nacional.
La vid es de vigor medio y de follaje abundante con hojas de forma pentagonal. El racimo es mediano, cónico y compacto. La bayas son de tamaño medio con piel delgada y de color amarillo con tonos acerados. Su resistencia a las temperaturas gélidas y a enfermedades fúngicas es menos fuerte. Logra muy buena maduración con alto contenido de azúcares.
Hoy en día la superficie plantada de viñedo de ésta asciende a unas 450 hectáreas en el país. Su vino es de media estructura y de buen cuerpo y tiene un buen nivel de acidez. No es difícil reconocerlos porque tienen una frutalidad pronunciada que se acentúa por sus detalles aromáticos otorgandoles personalidad capaz de trasladar las características de la uva hasta la copa. Estas pueden bien notadas en el Pálava elaborado a partir de las uvas de cosecha tardía en el 2015 por la bodega Pavlov (Moravia del Sur) que es de color dorado. En nariz presenta aromas florales y de frutas secas, en boca es de ataque contundente y muestra también toques especiados con acidez y dulzor equilibrados (alcohol: 14 %, acidez: 5,4 g/l, azúcar: 6,6 g/l).
En Rumania la novedad está en el éxito del tinto Negru de Dragasani que en el curso de los años recién pasados ha tenido una potente entrada en el mercado local que se debe también a su rico contenido de antocianinas que proporciona una gran variedad de beneficios para la salud. Esta variedad se ha obtenido como resultado de cruzamiento de las Negru Vartos y Saperavi y ha sido oficialmente reconocida en 1993 surgiendo desde aquel entonces a más fuerza a pesar que solo se la cultiva en unas 20 hectáreas. Sus plantas desarrollan vigor mediano con buena fertilidad y tienen resistencia contra la helada y el mildiu.
El hollejo es grueso, los racimos son compactos y de tamaño mediano, las bayas tienen forma elíptica y pulpa jugosa. Las bayas se maduran para mediados de septiembre con unos 230 g/l de azúcares generados y un rendimiento de 5 a 8 toneladas por hectárea. Su vino tiene color rubí intenso que a nariz presenta aromas acentuadas a cereza negra y notas a pimienta.
En boca destaca por la combinación de taninos suaves y acidez integrada ofreciendo buena estructura que le aportan elegancia y personalidad. El Negru de Dragasani 2013 de la bodega Avincis (Valcea) se presenta como un ejemplar de gran tipicidad con largo recorrido (alcohol: 14,5 %, acidez: 5,1 g/l, azúcar: 3,5 g/l). y no es casualidad que ha obtenido ya el sello de excelencia (5 estrellas) por The Wine Book of Romania (2a edición, 2017).
En Bulgaria el tinto Rubin viene convenciendo a los aficionados curiosos con su cada vez mejor calidad y, en consecuencia, ésto anima a los productores a aumentar la superficie cultivada de ella. El proyecto de la creación de la nueva variedad y su vinificación experimental ha sido llevado a cabo hace tres cuartos de siglo por investigadores locales que generaron esta selección como cruce entre las Nebbiolo y Syrah. Esta se adapta bien en pendientes con suelo profundo de mediana fertilidad donde no es muy delicada en su cultivo.
Ofrece también una buena resistencia a la mayoría de las enfermedades. Los racimos son semi compactos con forma cilíndrico-cónica y de tamaño mediano a grande. Tienen bayas esféricas de piel delgada y color negro azulado cuando están maduras con un contenido natural de azúcar de unos 240 g/l (valor promedio). La superficie cultivada en el país alcanza un total de alrededor de 800 hectáreas. El vino elaborado a partir de ella presenta un color rubí oscuro que en nariz es potente con intensidad de frutas negras maduras.
En boca tiene buena estructura proveniente de los taninos y se hace nota una gran extensión de sabores con tonos de cereza y pimienta negras enriquecidos con una fresca acidez. Uno que demuestra estas características marcadas es el 2013 Rubin Reserve 2013 de la bodega Dragomir (Plovdiv) que además se destaca por su elegancia y el equilibrio entre las frutas y las especias logrado por la crianza de 20 meses en barricas de roble franceses (alcohol: 14,7 %, acidez: 5,7 g/l, azúcar: 3,2g/l).
Hasta hace poco tiempo estos vinos han podido ser tomados solo en los países de su origen, sin embargo, sus exportaciones están aumentando debido también a los varios premios obtenidos en concursos internacionales.
Fotos: syringa.hu, karpatskaperla.sk, bulgaria.theiatours.com, crameromania.ro + autor
Escrito por Dr. József Kosárka
andes@andeswines.com